domingo, 2 de diciembre de 2018

4 DE AGOSTO DEL AÑO 2018



Una nueva oportunidad


Había escrito un texto bastante extenso acerca de lo acontecido durante ese día y algunas de las conclusiones a las que había llegado. Sin embargo lo he borrado y creo saber por qué:  debía dejarlo rápidamente atrás, y casi lo he conseguido. Casi.

Una serie de circunstancias dieron como resultado que me saliera de la vía, con un par de costillas rotas que no me han molestado absolutamente nada. Pero nada de nada, a pesar de lo que había oído por ahí. Mejor para mí. 

Del mismo modo he perdido el coche de vista. A fin de cuentas es lo que estaba deseando y ya había visitado concesionarios. Le había cogido manía porque creo que era el último vínculo que me ataba a un época de muy malos recuerdos. He visto cómo quedó y no me voy a quejar por él.

Una nueva oportunidad de vivir ha llegado. Una nueva oportunidad en la que quisiera descubrir de una vez qué es lo que debo hacer, para qué estoy aquí.

De momento, una nueva promesa que me ha escuchado durante estos meses, decenas y decenas de veces, mi querido Krispys. Y voy a cumplirla, ya que nos va a venir muy bien a los dos. 

Ya veremos, porque a la conocida euforia de salir con bien del percance, la salud y el comportamiento de la gente se han encargado de ponerle freno. Lo que tampoco es nada nuevo. 

Contaré lo que pasa en mis próximas aventuras caninas.


viernes, 19 de octubre de 2018

¡Prueba superada!


 
... Y sucedió paseando



Hoy me lo he pasado como un niño.  Y me atrevo a decir que Krispys también. Aunque unas cuantas veces se ha acercado, con mala cara y feroz ladrar, con el tema de la pelotita. 
Al salir hemos coincidido con Rafa, un encuentro siempre agradable, quien, muy alegremente, me ha asegurado que no llovería hasta la tarde. Por lo tanto mis pies han seguido el camino que marcaba el perrito.
 
Cosa rara, ha enfilado el camino de Zizur, mas al llegar a un determinado cruce, he sido yo quien ha girado hacia ese lugar que tantos recuerdos me trae. 
Inconscientemente, sin pensarlo. ¿Seguro que fue así? Ahora sé que no.
Por el camino, bordeando el río, hemos parado un rato en una playita fluvial, Allí le he hecho caracolear tirándole piedras al agua, haciendo chipi-chapas. Cómo se tiraba por ellas, jajaaaa.... y se enrabietaba. Yo, riendo.
 
Y poco a poco hemos llegado a la cuesta que ya consideraba imposible de superar. No obstante,  paso a paso y con firmeza, la elevación ha sido traspasada. Enorme satisfacción por pequeñas cosas que tienen grandes significados. Satisfecho porque ya no me vale la excusa de decir que "no puedo" con ella. Ya anhelante porque Urkulu me espera, y que se vaya preparando. El año que viene, jejejeee
 
Poco después han comenzado su bajar, desde unas oscuras nubes, unas gotitas; poco después  ya no nos hemos preocupado por nada puesto que estábamos empapados y a varios kilómetros de casa.  ¡Cuánto he disfrutado!  Y os puedo asegurar que Krispys también. Por cierto, después del primer golpe de aire, que casi se lo lleva, saltaba, siempre que le era posible, de charco en charco.
 
Y así, poquito a poco, respirando, inspirando... ¡inspirado!, hemos vuelto a casa completamente empapados. Felices. Disfrutando de una ocasión que pocas veces hemos aprovechado. Sabiendo que han cambiado cosas, que soy consciente de ello, que Krispys lo sabe y no nos cabe duda de que, ahora sí, las horas serán diferentes. No mucho, pero así será.
 

 
Además, ha sido la confirmación de que voy por buen camino.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Krispys, en adopción

Y tan contento, el muy...


El pasado 4 de agosto, teniendo intención de acudir, para variar, a mi querido Santa Criz, conocer a Laura, y visitar juntos el yacimiento, dejé al pequeño al cuidado de Josetxo y de Blanca, viejos amigos con los que compartí grandes y divertidas aventuras -otras no tanto- con Crispis y Danú, sabiendo que con ellos iba a estar muy contento, ya que al menos se olvidaría durante un día de mis bufidos.

Y así lo dejé, más contento que unas pascuas, ya que disponía de varias pelotas para incordiar y dejar agotados a mis amigos. Ni se volvió a mirarme, mostrándome su cola con desprecio, bien alta y rítmica.


Sin embargo, debido a una de esas cosas tan contraproducentes y tan características en mi vida, Krispys permaneció a su lado unos 10 días, más o menos.

Una larga ausencia. Muy larga. Me consolaba el hecho de que sabía que los tres eran felices acompañándose mutuamente.

Me contaron que estaba muy en su ambiente, paseos
interminables, y durmiendo donde le daba la gana y,  por supuesto, sin dejarse coger por nadie,  salvo contadas excepciones. Que comía y bebía poco. Sin embargo, sobre esto, poco podíamos hacer. Fueron días de muy intenso calor.

El pasado jueves, día. 10, acudimos mi hermana y yo por la
tarde a visitarlo.
Nos encontramos en una terraza y se acercó hacia mí como loco, algo que hizo que mi orgullo creciera unos77 m, ya que estábamos seguros de que se iba a lanzar como un loco encima de mi hermana, algo que ocurrió después y como era de esperar, ya no la abandonó; además, durante una corta ausencia suya, estuvo ladrando como un poseído.

Luego, más tarde, nos despedimos. 

Y allí se fueron, tan contentos, los tres. El pequeñajo ni siquiera hizo amago de pararse; muchísimo menos de volver la cabeza para siquiera mirar de forma despreciativa a la pareja que se quedaba sorprendida por su actitud. Y así nos separamos de nuevo.

El sábado, por la mañana,  Josetxo pasó a buscarme para acudir juntos al veterinario, ya que tocaba revisarle la patita y su tos de perro. Me recibió alegre, pero no era lo mismo,
puesto que eso de viajar en coche no le hace mucha gracia. Más bien ninguna. 

Realizamos la consulta y Juanjo comprobó que estaba perfectamente curado. Le compré la rana y un par de peluches más y nos fuimos. Ya lo rapté y vino a vivir con nosotros en esos momentos 

A lo primero que se acercó fue a la comida: era su hora y, como siempre,  devoró todo lo que se le puso en el plato. Y ya, a partir de entonces, volvimos a una vida casi normal: Pelota para aquí y pelota para allá; peluches que van volando por el pasillo; no te acerques que me escapo corriendo; yo duermo donde me da la gana y el rato que quiero... siempre con preferencia de contacto con mi hermana. Faltaría más.

Y hoy estamos en Tafalla, donde ha comenzado a volver loco a un balón de fútbol  y  supongo que también a todos los demás presentes. Menos a mí, jejejeeee. También se ha bañado en la piscina. 

Y más cosas. Habitando en casa de mamá. Pero las contaremos otro día.