Y tan contento, el muy...
El pasado 4 de agosto, teniendo intención de acudir, para variar, a mi querido Santa Criz, conocer a Laura, y visitar juntos el yacimiento, dejé al pequeño al cuidado de Josetxo y de Blanca, viejos amigos con los que compartí grandes y divertidas aventuras -otras no tanto- con Crispis y Danú, sabiendo que con ellos iba a estar muy contento, ya que al menos se olvidaría durante un día de mis bufidos.
Sin embargo, debido a una de esas cosas tan contraproducentes y tan características en mi vida, Krispys permaneció a su lado unos 10 días, más o menos.
Una larga ausencia. Muy larga. Me consolaba el hecho de que sabía que los tres eran felices acompañándose mutuamente.
El pasado jueves, día. 10, acudimos mi hermana y yo por la
tarde a visitarlo.
Nos encontramos en una terraza y se acercó hacia mí como loco, algo que hizo que mi orgullo creciera unos77 m, ya que estábamos seguros de que se iba a lanzar como un loco encima de mi hermana, algo que ocurrió después y como era de esperar, ya no la abandonó; además, durante una corta ausencia suya, estuvo ladrando como un poseído.
tarde a visitarlo.
Nos encontramos en una terraza y se acercó hacia mí como loco, algo que hizo que mi orgullo creciera unos77 m, ya que estábamos seguros de que se iba a lanzar como un loco encima de mi hermana, algo que ocurrió después y como era de esperar, ya no la abandonó; además, durante una corta ausencia suya, estuvo ladrando como un poseído.
Luego, más tarde, nos despedimos.
Y allí se fueron, tan contentos, los tres. El pequeñajo ni siquiera hizo amago de pararse; muchísimo menos de volver la cabeza para siquiera mirar de forma despreciativa a la pareja que se quedaba sorprendida por su actitud. Y así nos separamos de nuevo.
El sábado, por la mañana, Josetxo pasó a buscarme para acudir juntos al veterinario, ya que tocaba revisarle la patita y su tos de perro. Me recibió alegre, pero no era lo mismo,
puesto que eso de viajar en coche no le hace mucha gracia. Más bien ninguna.
puesto que eso de viajar en coche no le hace mucha gracia. Más bien ninguna.
Realizamos la consulta y Juanjo comprobó que estaba perfectamente curado. Le compré la rana y un par de peluches más y nos fuimos. Ya lo rapté y vino a vivir con nosotros en esos momentos
A lo primero que se acercó fue a la comida: era su hora y, como siempre, devoró todo lo que se le puso en el plato. Y ya, a partir de entonces, volvimos a una vida casi normal: Pelota para aquí y pelota para allá; peluches que van volando por el pasillo; no te acerques que me escapo corriendo; yo duermo donde me da la gana y el rato que quiero... siempre con preferencia de contacto con mi hermana. Faltaría más.
Y hoy estamos en Tafalla, donde ha comenzado a volver loco a un balón de fútbol y supongo que también a todos los demás presentes. Menos a mí, jejejeeee. También se ha bañado en la piscina.
Y más cosas. Habitando en casa de mamá. Pero las contaremos otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario