Krispys, revoltoso y revolcón
Dicho y hecho: Disfrutamos de un hermoso paisaje y durante unos cientos de metros, a diferente ritmo, no logramos encontrar un paso por la vaguada. La "v" la debería llevar sólo en verano ya que el agua del deshielo y de las lluvias corrían por su parte baja en una anchura de 10 - 15 metros. Así que media vuelta. Krispys no estaba muy conforme, y ya planeaba su venganza.
De repente, en una de esas gracias que tanto nos hacen reír, le dio por hacer una de las suyas. Ya había olisqueado alguna vez y lo único que esperaba era tomárselo con tiempo. Además, lo hace a menudo en cualquier sitio. Y cuanto más sucio, mejor:
Por fin me animé a cruzar la vaguada por un lugar más estrecho, y me di cuenta de que no me había puesto las zapatillas de Goretex. ¡Qué fresquita estaba el agua!
Por fin, llegamos a una alambrada que franqueamos moviendo el poste de la puerta, y mientras, le animaba y ya bufaba para hacerle pasar, tuvo la gran idea, cómo no, de pasar por entre las líneas de alambre a unos 10 metros de donde yo estaba, con cara de muy pocos amigos. Cerré la cancela, continuando por el hermoso prado y de repente, ¡un toro y varias vacas! Krispys no conocía estos bichos y no había manera de seguir por un camino, así que me dí la vuelta y ahí lo dejé, ya harto de llamarle. No se le ve pero os aseguro que está en la foto, allá al fondo.
Mientras, como buen táctico, ya había adivinado dónde ir en caso de que el toro, que se giraba a mi paso, me asaltara: en la portada de la prensa, claro.
Como era de esperar, Krispys apareció corriendo, con esa carita de "ya me las pagarás". Cruzamos otra alambrada y ya nos acercamos al pequeño cerro donde está el enclave, junto a unos abetos. Unos cientos de metros más y llegaríamos a nuestro objetivo: Iturissa.
Adiós a la última alambrada, llegamos al cerro y nada, no había nada. Alguna zona algo más despejada de abetos con pinta de haber sido removida pero con mucha hierba, lo que me inquietó. Hartos, comenzamos a volver y nos encontramos con dos habitantes de lugar que se habían acercado a su finca a realizar algún trabajo.
Les mostré mi perplejidad y entre risas me comunicaron que sí, que ahí está Iturissa, pero que tras excavar, tomar datos y un largo etc, la habían vuelto a enterrar. Pues vaya, Media vuelta y realizar el camino a la inversa. Con una variante. Krispys ya no tenía miedo de las vacas, y no tuvo mejor idea que pararse y ladrar al toro. Estoy convencido de que lo provocaba para que me atacara.
En fin. Aquí acabó la aventura. Volveremos este año, que se va a realizar otra prospección interesante, pero al otro lado de la carretera. Mejor, a una decena de metros de la misma o poco más.
Hasta entonces.
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