miércoles, 30 de agosto de 2017

Mi vida con Chumari
 
Pues sí, pues sí. Aquí, el rancio y soso éste os tiene olvidados y no tiene ganas de contar mis cosas. Así que ahora que no me ve (ni me oye, guau guau -o sea, jeje-) voy a escribir yo, porque si no...
 
Pues ahí está, el mustio ése. Lleva una temporada que pasa de todo, casi hasta de mí. Más vale que me lleva de paseo (cortito)  todos los días y me alimenta bien. Ya me entendéis. Se queja de que en cuanto mueve una ceja ya va dejando un charco de sudor. Y es verdad. Y cuando voy a consolarle con unos lametones me doy cuenta de que es un chiste, ya que lo encuentro muy salao. Y así, se tumba en el sofá, ventilador en marcha, y a dormir. Yo también, por supuesto. Hasta que el sol no calienta tanto. Es que está muy muy pegajoso, este calor.
 
En ese momento se prepara y nos vamos a la nueva pradera en la que corro y corro tras la pelota o algún palo que encuentro, y cuando me acerco a beber un poco de agua fresquita de la que amablemente traer para mí, me doy cuenta de que se la ha bebido casi toda, ¡Tonto! ¡Humano tenía que ser!
Por cierto, que mi novia Kira, la Matarrabos, me ha dejado abandonado mucho tiempo, ya sea jugando con Sky y Tila (de los que os tendré que poner al día, junto con Lia) o largándose por ahí. Qué paciencia la mía.
 
¡Huy! Cierro y me voy que le escucho arrastrar los pies por ahí, porque si me pillaaaa... Aunque mejor haría limpiando su pc.
 
Ayudadme, por favor.
 
 
 

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