Krispys kiere a Kyra
¡Ay, Dios mío, quién nos lo iba a decir! Este perrito tan simpático, sin tendencias sexuales...
Ya sabéis que Kyra y Krispys son inseparables desde el primer día que se conocieron. Sus juegos, sus carrera, la pelota, ramas, ciertas partes de mi peludito que comparten a tirones... Vamos, que no pueden estar el uno sin el otro.


Sin embargo, cuando Romeo aparecía, el panorama se volvía muy distinto. Muy fogoso, gran compañero de Krispys. No obstante, esta vez era el pretendiente, o más bien pretendía serlo, de Kyra. Allá que iba, con ese juego de riñones tan expresivo que tienen en estos casos. Y Krispys... ¡Cómo iba a dejar que le robaran a Kyra! ¡Pues no! ¡No, señor! Ahí se ponían los dos, dale que te pego, uno tras de otro, relevándose, y la perrita a lo suyo, a mordisquear palitos y cosas así. Nada más. Aunque seguro que más de una vez les habrá mandado bien lejos.

Sin embargo, hace tres días, y sorprendiéndonos, Krispys se tiró a por Kyra, una y otra vez, ya con clara intención de procrear. Sí, sí: Lo que estáis leyendo. Mañana, tarde, noche... uf... en cuanto muevo algo en casa, ya está rondando la puerta para acudir a la plaza. Lloriquea, sobre todo en presencia de Kyra. Ya no le suelto, claro, por si acaso. Y así, con hoy, ya son tres días de acoso, a pesar de que Kyra está casi recuperada. Sale aprisa, la busca, tira de la correa (he tenido que rescatar un arnés para sujetarle).
Hay algo que no ha cambiado. Algo importante. No se le ha quitado el apetito. Para nada. Cómo traga, el tío. Y otra cosa sí ha cambiado: su actitud hacia mí. Si antes era cariñoso, ahora es pegajoso. Todo con tal de que le permita su propósito. Y su relación con la gente, ahora inexistente. Sólo Kyra. Pues ya lo sabe: A aguantarse.