domingo, 26 de junio de 2016

¡ Krispys está enkrispado !

Krispys kiere a Kyra
 
¡Ay, Dios mío, quién nos lo iba a decir!  Este perrito tan simpático, sin tendencias sexuales...
 
Ya sabéis que Kyra y Krispys son inseparables desde el primer día que se conocieron. Sus juegos, sus carrera, la pelota, ramas, ciertas partes de mi peludito que comparten a tirones... Vamos, que no pueden estar el uno sin el otro.
 
Estas semanas pasadas Kyra ha tenido su primer período de celo, y ya sabéis el problemilla añadido que conlleva con el trato con los demás colegas. Así que Laura salía con Kyra, precavida, a pasear cerquita de casa, como casi siempre hacemos. Tranquila, han pasado varias semanas, Krispys y Kyra, con sus juegos habituales, aunque de vez en cuando el mío aproximaba el hocico a... bueno, aproximaba el hocico, lo dejamos aquí. De vez en cuando se armaba un pequeño revuelo cuando aparecía Leo en sus paseos; pero el pobre, a pesar de sus ejercicios gimnásticos, poco podía hacer. Además, la ocupación de Krispys eraa lanzarse a coger sus bigotes.
 

Sin embargo, cuando Romeo aparecía, el panorama se volvía muy distinto. Muy fogoso, gran compañero de Krispys. No obstante, esta vez era el pretendiente, o más bien pretendía serlo, de Kyra. Allá que iba, con ese juego de riñones tan expresivo que tienen en estos casos. Y Krispys... ¡Cómo iba a dejar que le robaran a Kyra! ¡Pues no! ¡No, señor! Ahí se ponían los dos, dale que te pego, uno tras de otro, relevándose, y la perrita a lo suyo, a mordisquear palitos y cosas así. Nada más. Aunque seguro que más de una vez les habrá mandado bien lejos.
 
La actitud de Krispys era más bien de posesión,  y así quedaba demostrado ya que  en cuanto volvía la pareja a quedarse sola: A por la pelota. O revolcándose, o tirándose esos mordisquitos tan graciosos frente a frente, como dos buenos amigos y compañeros que son, felices de compartir la lluvia, el frío y el viento, y también contadísimas veces, hasta calorcito.
 
Sin embargo, hace tres días, y sorprendiéndonos, Krispys se tiró a por Kyra, una y otra vez, ya con clara intención de procrear. Sí, sí: Lo que estáis leyendo. Mañana, tarde, noche... uf... en cuanto muevo algo en casa, ya está rondando la puerta para acudir a la plaza. Lloriquea, sobre todo en presencia de Kyra. Ya no le suelto,  claro, por si acaso. Y así, con hoy, ya son tres días de acoso, a pesar de que Kyra está casi recuperada. Sale aprisa, la busca, tira de la correa (he tenido que rescatar un arnés para sujetarle).
 
 Hay algo que no ha cambiado. Algo importante. No se le ha quitado el apetito. Para nada. Cómo traga, el tío. Y otra cosa sí ha cambiado: su actitud hacia mí. Si antes era cariñoso, ahora es pegajoso. Todo con tal de que le permita su propósito. Y su relación con la gente, ahora inexistente. Sólo Kyra. Pues ya lo sabe: A aguantarse.
 
 


lunes, 13 de junio de 2016

Sir Jaime Lannister, el Matarreyes

¡Y Kyra, la Cazarrabos!
 
Hola, amantísimos seguidores del blog del inconstante Chumari. Esta entrada no he tenido más remedio que hacerla yo, porque éste, entre los Lannister y compañía, sus barcos, Facebook y reírse de mí, parece que no tiene tiempo para nada. Si yo os contara...
 
Veréis: Desde hace unos meses apareció por mi plaza Kyra, una carlinho que no sólo es guapa: es preciosa, juguetona, un cielo. Bueno, esto último lo dejo porque todavía no he aprendido a borrar las letras. Esto... la podéis admirar en la foto: Bellísima.
 
Todo comenzó un día entre semana de hace unos meses cuando su compañera, Laura, la bajó para que yo le enseñara modales, ya que soy el perro que de mejor manera sabe comportarse y obedecer. Se notan mis rasgos británicos, sin duda. Y sin preguntarme nada a mí, así por la cara, sin que me diera unas miserables chuches por tan difícil tarea. Me convertí así en un nuevo y audaz KrisPygmalión. Vaya lata.
 
Fue creciendo y aprendiendo de mí, poco a poco, discutiendo, tímida al principio, atada ella, hasta que pòr fin, un poco más grandecita y parecida a mí por sus largas patas, convencieron a Laura para que la soltasen. ¡Dog mío! ¡Hubiese preferido que se quedara atada en su casita! Ya os lo contaré. Es algo que nunca perdonaré a Laura y Chumari, dos humanos inhumanos, pérfidos, siempre riéndose de la desgracia ajena. En este caso la mía. Lo que he tenido y tengo que aguantar.
 
Comenzó timorata, precavida; aprendió, siguiendo Chumari mis consejos y contándoselos a Laura, por supuesto, que le obedeciera a la primera. Pero no por el hecho de obedecer, nonononnononoooooooo... sino por las chuches que le daba cuando acudía correndo a su llamada. Algo es algo, me dije, pero que no pretendan que yo me acercaré más rápido para comer una maloliente pildorita de ésas que le dan. ¡Puaj!
 
Comenzó a correr a mi lado intentando atrapar la pelota ¡antes que yo! Jua jua juaaaa... Para eso necesitaba y necesitará algo más que su bocaza, la Kyra esa. Aquí, por respeto y por los gritos, sobretodo, de los dos especímenes humanos, tuve que aguantar y aguanto un sinfín de cosas, hasta que un día... Bueno, ese día seré tan sólo un peligroso y rabiante terrier. Le presenté también a Leo, y la verdad es que al pobre le damos candela entre los dos.
 
¿Que por qué digo esto? Muy sencillo. Como Kyra no puede coger la pelota antes que yo, cuando ya aprendió, gracias a mis sabias, espléndidas y gratuitas lecciones, a correr tanto o más que el aquí relator, me seguía, me seguía y mer atrapaba mi rabito sin ninguna misericordia, hasta que me lo dejó pelado. Tuve que recurrir a saltar encima de los bancos para que no me pillara, aunque una vez me lo cogió al vuelo y menudo golpazo me dí. Y esos dos bipatas cartcajeándose. ¡Tontos!
 
Pero le cogí la vuelta, y le llamaba y gritaba, en mi idioma, claro: ¡Kyra, Cazarrabos! y no veais cómo se pone. Lo malo es que aprendió a cogerme y estirarme de los bigotes y de las orejas. Una ingrata es lo que es, con todo lo que le he enseñado yo. A pesar de todo desde lo alto del banco me lo paso en grande: ¡Cazarrabos, cazarrabos! ¡Kyra Cazarrabos, le suelo gritar. Y ella dale que te pego al banco con su hocico intentando prenderme.
 
 
Pero ayer, al lissssssssto de Chumari, se le ocurrió bajar mi peluche favorito (bueno, uno de ellos) y aquí ya nos anduvimos con chiquitas. Más vale que no es comprado en los chinos, porque aguantó tirones sin fin, el pobre. Sin embargo, Ron ni se atrevió a cogerlo, pues recibió unos cuantos gruñiditos, de los que no acostumbro a abusar. Que se j***. No haberme roto una pelota. Después, por lo menos tuvo la iniciativa de lavarlo, porque si no...
 
Y así estamos. Yo le acerco juguetes y pelotas a Kyra para que me persiga y juguemos aun a riesgo de quedarme sin orejas, o que me pegue un empujón de esos tipo rugby que me desplaza varios centímetros en mi carrera. Más le vale que han sabido escoger a un verdadero dog gentleman para que le eduque. Y han acertado.
 
También jugamos a ratos como buenos compañeros para que a esa pareja bípode se les  caiga la baba, porque si no...
 
Ahora dicen y comentan que está con su primer celo y que el único perro que no le acosa por ello soy yo. Que si estoy calmado, que si no le hago caso, que si menos mal, que si soy tonto... Lo que pasa es que tienen flaca la memoria, y el día en que por fin me desate del todo, ¡lo recordarán!