lunes, 30 de enero de 2017

Casi, casi...

¡Otro atropello no, por favor!
 
Marchábamos anteayer por la mañana de vuelta a casita, ya que teníamos que ausentarnos a casa de mamá. Por la acera, Krispys atado, como debe ser; yo, pegadito a la pared, ensimismado en lúgubres pensamientos, despacito, a un metro más o menos de distancia por detrás del peke.
 
En esas circunstancias al procesador derecho no le llega sonido por la derecha, apenas: sólo de frente y algo de atrás. No han acertado mucho con los micros. Por lo tanto, el sonido me llega del lado izquierdo y, por si fuera poco, si pasa algún coche, el sonido rebota en el espacio vacío de la entrada del garaje de enfrente. Ecos. Más o menos, ésta es la situación.
 
Como veis en la salida de mi garaje, hay una fuerte rampa, pero fuerte, y un tramo recto después de unos 5-6 metros que invade el porche de entrada a la puerta del portal.  Los posibles coches que aparecen vienen el lado derecho, estando el cruce a unos pocos metros de la salida. Un fuerte ángulo en la pared, de menos de 90º, no permite ver quién transita por la pequeña acera hasta que no tienes el frente del coche casi en la calzada.
 
La consecuencia es que los vehículos abandonan, no todos, afortunadamente, el garaje a una velocidad inadecuada y el conductor sólo mira a  la derecha. Si vienes caminando por la izquierda, ten cuidado.
 
Por ese motivo hice instalar, con disgusto de varios propietarios, teniendo que oír que no hacía ninguna falta  precisamente  al  dueño de un vehículo que más sustos nos ha dado a los que entramos por ese portal y no por los otros tres de la comunidad. La verdad es que se ve el espejo desde la rampa y su reflejo abarca un montón de metros de acera, bastantes mas de los que se aprecia en la foto.
 
Es de suponer  que a estas alturas ya imagináis qué pasó. No nos dimos cuenta de que salía un coche despistado, aunque por suerte despacio, y nosotros al recodo fatídico. Una sombra por delante; los reflejos que todavía tengo dan un fuerte tirón hacia atrás de Krispys, que estaba casi bajo las ruedas a pesar del freno del vehículo; gran susto que me deja inmóvil  escupiendo pecados mientras la conductora pedía perdón, a lo que no hice ningún caso, rodeando el vehículo por detrás y entrando en el portal.  Suspiros de alivio. El peke a su bola, sin enterarse, por supuesto. Afortunadamente no sufrió  golpe ni lesión alguna. Por los pelos y gracias a que le creció el cuello medio metro durante unos momentos. Pero podía haber pasado algo grave, de consecuencias no deseadas, aunque hubiesen sido leves.

 
Tal vez penséis que soy un exagerado o que no era para tanto. Sin embargo,  es posible que me comprendáis mejor si os informo de que Simón murió atropellado, apenas a unos 15 metros, como mucho, de allí. 
 
Algo invadió mi estómago. Desesperación, dolor, recuerdos que siempre me perseguirán. Culpabilidad adquirida, se diga lo que se diga, agotamiento... abulia y tristeza. Mucha tristeza.
 
 
Hasta pronto, Simón.