El Doberman
Ya os he contado más de una vez que valiente, lo que se dice valiente, no lo es. O tal vez no me lo parece, ya que Krispys tiene la fea costumbre de asustarse ante cualquier ruido o cualquier objeto que le parezca nuevo, aunque haya estado 2 meses ante sus ojos. También es verdad que en muchas ocasiones ha defendido a sus amigas ante algún perrito. O perrazo, que de todo hay. En fin.


Que me desvío. Pues bien: Mientras yo estaba imitando a las ranas, se ha acercado un doberman (cachorro, como 10 veces mi pequeñín) y Krispys ha intentado huir. Sin conseguirlo, por supuesto. Poco a poco se han acercado, olfateado y comenzado a jugar. Sin embargo, como era de esperar, algún zarpazo cariñoso le ha debido hacer daño y ha venido a refugiarse entre mis plegadas rodillas.

Y así se ha terminado su aventura, y el orgullo me ha llenado porqué, como es habitual en los perros, son capaces de defenderte sin tener en cuenta las horribles consecuencias que pueden traer dicha acción.
P.D.
Aunque pensándolo bien...
mmmmmm...
como íbamos ya a comer...
mmmm...
Seguro que pensaba que si me pasaba algo
se quedaba en ayunas.
¡Voy a aclararlo ahora mismo!