Te estoy fallando
No son ni un pensamiento ni unas palabras vanas. Ni siquiera me atrevo a decir que sean producto de un mal rato ni de una temporada oscura y deprimente. Es la verdad. Está ocurriendo. Ahora mismo. Hace poco ha venido a mí, contento, con la pelota roja, que tanto le gusta, en su boquita, con el fin de que juguemos juntos, los dos, como antes. No he podido hacerlo y lo tengo detrás, acostado, pendiente de mis movimientos, con la esperanza frustrada de pasar un rato divertido. Taciturno, he vuelto la mirada a la pantalla rápidamente para no enturbiar mi mirada.
Hace tiempo que estoy cambiando. He cambiado, lo sé. No obstante, no lo he hecho de la manera que esperaba. Tal vez porque ya tuviera la convicción de que era imposible, de que ya no tenía ni tendré ánimo para hacerlo, salvo pequeños destellos que apenas iluminan mi ser con una débil esperanza, débiles rescoldos de alguien que fui. De alguien que no va a volver. De alguien que no deseo que regrese. De alguien cuyo retorno es ya imposible.
Nunca imaginé que aquél accidente que me trasladó a un universo diferente, cálido, vivo, alegre; acidente que cambió por completo mi percepción de la vida, disfrutando de todas y cada una de las cosas y seres que me rodeaban día tras día; que fue mi regreso de "otro lugar" en el que se determinó que no era mi hora, y que años después se repitió, en circunstancias muy diferentes; nunca imaginé, aunque podría haberlo sospechado, que minaría poco a poco mi salud, primero física, de manera determinante aunque puedo afrontarla, y después, de forma brutal y devastadora, anímicamente. Me ha derrotado, con y sin ayudas.
Incluso la esperanza que me animaba en estos largos meses de invierno ha desaparecido. Por culpa mía, sólo mía. Me engañaba continuándola, más ya no existe. Tampoco me alumbra.
Han bastado dos días para constatar la gravedad e irreversibilidad de la situación. Dos días demoledores tras los que soy consciente, tras haber intentado engañarme un tiempo, de la verdad. Dos días que los está pagando Krispys, siempre tan vivaz e inquisidor. Ahora sé que tengo perro no para salir yo a la calle, ser sociable con el sentido del humor que todavía, por suerte, conservo. Estoy agotado, parado, abúlico. Lo ganado en salud física en este año ha sido vampirizando mi mente, sore todo sentimentalmente. Resiliencia, factor clave. La he abandonado. Sé que soy fuerte, resistente, muy resistente, o más bien lo he sido. Pero... ¿para qué? ¿Con qué objeto? He sido incapaz de hallar una respuesta.
Mis salidas al mundo exterior son por Krispys, no por mí. Quiero que viva, que disfute con sus amigos. Incluso me he animado a veces con la falacia de que, si lo tuviera otra persona, estaría más contento. En estos dos años, descontando el día en Hendaye y alguna otra ocasión, no ha salido de Pamplona y Comarca. Ni siquiera le he llevado por el entretenido Paseo de Ronda y los fosos de la Ciudadela. Ni siquiera éso. Ni por los abundantes parques que tenemos. Nada.Y éste va a ser nuestro futuro: nuestro más cercano entorno.
Y ahora busca una compañía que no soy capaz de ofrecerle, dentro y fuera de casa. ¿Qué hacer? No lo sé o no quiero saberlo, más bien. Escribir estas líneas ni siquiera sirven de desahogo. Ahora leeré un rato, sin memorizar, sin imaginar, devaluando la atracción de lo narrado. La mente volando sin objetivo. Ello me permitirá descansar. Después, pasearemos. Y más tarde haré un ratito de ficción con el peke, antes de postrarnos en el sofá a ver la tv para terminar con el Criminal Face y el WoWS.
Seguiré, Krispys lo merece, lo necesita, aunque no me reprocha nada. El pobre debería haber tenido mejor suerte.