martes, 18 de noviembre de 2014

¡¡¡  En la calle  !!!

Y menudo susto que se ha llevado, el pobre. Después de dos días de no haber nombrado al pekeño Krispys, hoy le he sacado un poco a la calle ya que he traído a mi madre a su casa. Del coche a casa, unos 200 metros nada más.

Durante estos dos días no ha parado de correr, saltar, jugar, ya sea solo o en compañía. Todo le va bien. Un Tarzanito, éso es lo que es. Y lo que más le entusiasma es pillar la puerta de la terraza abierta -qué frío, brrr- y escaparse a corretear por ella de un lado a otro, esquivándome a una velocidad tal que no alcanzo ni a su sombra. También le he asomado  la barandilla, tomando todas las precauciones posibles y cuatro más por si acaso. Y ni inmutarse. Es más:  Tal y como esperaba, conociéndole, le gusta ver el campo y algún peatón o coche perdido que se aventura por ahí.

Ya comienza así su nueva etapa a la cual no quiere acceder (menudo circo para ponerle el arnés) pero de la que poco más tarde no podrá ni querrá prescindir. Si no vuelve a caer la niebla, cuando regresemos a Barañain quiero que conozca, aunque sea un poquito, a sus futuros compañeros de perrerías, Lucho, Boli, Ripley, Pipo Laica, principalmente. Y mi deseo es que, tal y como consiguió el malogrado y añorado Lucas (Simón era bastante más vaguete), los haga correr y jugar con él. Kaiser seguro que se alegrará, aunque probablemente me lo asustará, porque, tal y como Krispys, es un corredor impenitente, con muchas ganas de jugar. No es grande -un bichón maltés-. es jovencito, y no me cabe duda alguna de que me lo arrollará. Pero tampoco dudo de que con el genio que tiene Krispis terminará más pronto que tarde poniendo las cosas en su sitio para jugar amigablemente con algún que otro sobresalto.

También, algo muy importante para mí: en esta etapa espero dejar rápidamente la fregona y conseguir por fin tumbarme apasionadamente en el sofá sin tener ojo y medio enfocado  en el muñekito que va y viene por ahí intentando disimular que, bueno es él, ha depositado sus cositas, mayores o menores, o ambas, donde le ha dado su real gana. Ilusionante, sin duda. Paciencia, dixit, pero algún berrido  se me escapa. Al menos, es obediente a la llamada de atención: "¡¡¡Ssshhhh!!" en lugar de  al tan socorrido "no", al que no presta mayor atención. Algo es algo.

Estoy emocionado e ilusionado y, por qué no, como mal bicho que soy, esperanzado de que, cuando de aquí a año y medio, más o menos, comience a ser un terrier adulto, saque todo su carácter y sea un nuevo Crispis, amo y señor del lugar, y sin discusión. Maneras apunta, y muchas.

Pero no corramos, ya iremos desgranando todo. De momento, a comer, jugar y esperar que no haya niebla.

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