lunes, 9 de febrero de 2015

Corazón de Paloma

CORAZÓN DE PALOMA


Una amiga me habla con maravillado asombro de la afición insólita de su perro a las migas de pan. Va con él al parque y, cuando la viejecita de turno arroja el pan entre las palomas, el perro irrumpe en la idílica escena y en un abrir y cerrar de ojos las espanta a todas y se come las migas. Lo hace con una extraordinaria pericia, de forma que cuando la anciana quiere reaccionar, y levanta amenazante su bastón para defender a sus protegidas, el perro ya ha satisfecho su glotonería y se dirige feliz hacia mi amiga, que, a esas alturas, ha corrido a esconderse avergonzada detrás del seto que tiene más a mano. No hay perro entonces más alegre y feliz que el suyo, y ella no puede ocultar mientras lo ve venir trotando a su encuentro esa punzada de satisfacción que siempre sienten las madres ante el espectáculo de la vivacidad de sus hijos pequeños. Por eso, y aunque su primera intención es reprenderle, no puede resistirse a sus zalamerías y termina por transformar su enfado en un aluvión de caricias. 

"¿Qué culpa puede tener él -parece decirme cuando me lo cuenta- si posee un corazón de paloma?"


Gustavo Martin Garzo

3 comentarios:

  1. Gracias a José Javier, por compartir este hermoso texto con nosotros.

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  2. Me ha gustado mucho el cuento.Si lo pienso ..aunque de forma distinta .También yo debo tener corazón de paloma.........Pero ese..ya es otro cuento

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